No es fácil soportar el ruido de los ausentes

A veces duele más una presencia vacía que una ausencia declarada; no ser visto ni escuchado desgasta más que estar solo.

Miriam El Faiq

No toda ausencia es física, así como no toda presencia implica un encuentro verdadero.

La soledad acompañada, esa experiencia en la que el otro está, pero no se ofrece como sostén emocional, como espejo simbólico. El otro está, pero no nos aloja.

La mirada que no ve, el oído que no escucha, la compañía que no acompaña… Todo eso construye un vacío que no siempre se reconoce de inmediato.

No es la ausencia la que hiere, sino la ilusión rota del vínculo. La desconexión en el plano del deseo y de la empatía genera una herida que muchas veces no se puede nombrar sin culpa : ¿ Cómo puedo sentirme solo si el otro está aquí?

Sin embargo, no hay nada más desgastante que sostener una relación en la que uno se esfuerza por conectar, sin ser visto ni reconocido. Es como bailar junto a alguien sin coreografía y sin música : se siguen los pasos, pero no hay sintonía, no hay latido compartido. Esa desconexión emocional puede doler más que una discusión abierta o una ausencia explícita.

Se vuelve esencial explorar los límites relacionales:

¿Qué estás dispuesto/a a sostener y qué no?

¿Dónde termina tu responsabilidad y empieza la del otro?

Los vínculos no se sostienen en la unilateralidad. Una relación que no ofrece ida y vuelta emocional deja al sujeto solo frente a su propia demanda no escuchada. Y eso, con frecuencia, duele más que una separación declarada.

Soy Miriam El Faiq, terapeuta especializada en acompañar procesos de transformación emocional profunda. Mi enfoque se basa en crear un espacio seguro para que puedas escuchar tu síntoma, entender su mensaje y reconectar con el sentido de tu malestar. Te invito a conocer más sobre mi trabajo y acompañamiento en:  www.miriamelfaiq.com

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