La independencia y la fuerza pueden tener un coste: la soledad
La fuerza sin vínculos puede convertirse en aislamiento. Ser independiente no significa cargarlo todo en soledad.
Miriam El Faiq


Vivimos en una cultura que ensalza al individuo fuerte, al héroe autosuficiente, al emprendedor que lo “consigue solo”. Desde las redes sociales hasta las biografías de líderes mundiales, la narrativa dominante celebra la capacidad de enfrentar adversidades sin apoyos externos.
Sin embargo, esta misma fortaleza, lejos de ser un don sin fisuras, oculta a menudo un coste invisible : la soledad.
La independencia puede entenderse como autonomía : gestionar la propia vida con responsabilidad. Pero cuando se lleva al extremo, se convierte en una “condena” autoimpuesta.
La soledad no es sólo la falta de compañía física, sino la sensación de no ser comprendido. Friedrich Nietzsche advertía : “ Quien deambula en soledad lo hace porque busca su verdad, y quien busca su verdad debe alejarse de las opiniones de la multitud”.
Fuerza e independencia no son enemigas de las relaciones saludables, sino sus aliadas cuando se matizan con vulnerabilidad y reciprocidad.
Su ejercicio en solitario, sin espacios de vulnerabilidad ni relaciones profundas, implica un precio alto.
Ser fuertes no requiere erigir muros infranqueables, sino aprender a abrir pequeñas puertas de confianza.
No es malo ser fuerte; al contrario, es la base sobre la que construimos proyectos, defendemos nuestras convicciones y sobrevivimos a pruebas difíciles. Pero todo en exceso acarrea consecuencias.
Soy Miriam El Faiq, terapeuta especializada en acompañar procesos de transformación emocional profunda. Mi enfoque se basa en crear un espacio seguro para que puedas escuchar tu síntoma, entender su mensaje y reconectar con el sentido de tu malestar. Te invito a conocer más sobre mi trabajo y acompañamiento en: www.miriamelfaiq.com


Sobre mí
info@miriamelfaiq.es